miércoles, 19 de enero de 2011

Entrevista imaginaria a Carlos Ramírez MacGregor

Otro ilustre olvidado


Carlos Ramírez MacGregor es uno de esos nombres olvidados por el periodismo. A pesar de haber sido uno de los periodistas más destacados de las décadas 40, 50, 60 y 70, no son muchos los comunicadores sociales de relevo que sepan si quiera quién fue. Sin embargo, su labor periodística fue de sumo valor para el gremio: dirigió el diario Panorama (del estado Zulia) y fundó la revista Momento. También fue diputado de la República en siete ocasiones y embajador de Venezuela en Bélgica, México e Italia. He aquí una entrevista imaginaria a esa voz rezagada del periodismo venezolano

Fabiana López Berra

Carlos_Ramirez_MacGregor

Como es costumbre, Carlos Ramírez MacGregor, viste de punta en blanco. Su traje claro, color crema y sus característicos lentes oscuros le dan un aspecto sombrío. Da los buenos días y de su boca sale un marcado acento maracucho. Habla rápido, como rápido camina. Quienes lo conocen saben que es un hombre acelerado y se nota en su entrecortada manera de hablar.

—Ha sido periodista, abogado, embajador, diputado e inspector de trabajo del Estado Zulia. De todas esas responsabilidades que ha sumido ¿cuál le ha gustado más?
—No podría decirte. Soy un hombre profundamente preocupado por los problemas sociales. Desde cada uno de los cargos que he ejercido, he trabajado para lograr mejoras en materia social o, por lo menos, hacer conocer lo que pasa en el país. Si lees mis artículos de opinión te darás cuenta de que no me limito a un tema, mis artículos tocan diversos problemas, pero siempre de índole social.

—¿Entonces piensa que a través del periodismo ha logrado ayudar más?
—Sí y no. Lo que pasa es que el periodismo le permite a uno mayor libertad. Puedo escribir de cualquier preocupación que tenga, desde lo más relevante hasta lo más banal. Mientras que en mis otros trabajos hacía cosas más puntuales. Eran oficios más restrictivos.

El género de opinión es el predilecto de Ramírez MacGregor porque, como él mismo apunta, es el que más libertad le permite. Algunos de sus textos de opinión escritos entre 1949 y 1953 están recogidos en un libro de su autoría titulado Una época, en el que se refleja su visión de algunos acontecimientos ocurridos en esos años.

—En Una Época escribe sobre diversos temas. Si tuviera que escoger un tema social para escribir ¿cuál sería?
—Me gusta escribir de todo. Si leíste el libro, habrás visto que he escrito sobre cosas muy distintas unas de otras. Creo que lo único que las podría agrupar es que todas mis notas son sobre problemas sociales. Por ejemplo hay un artículo en el que hablo sobre el embarazo de Ingrid Bergman y toda la absurda polémica que generó; pero en otro hablo del contrabando fronterizo entre Colombia y La Goajira venezolana. Como ya te dije, lo que más me gusta del periodismo es la libertad que le de a uno para escribir sobre lo que sea.

—¿Y qué es lo que menos le gusta del periodismo?
—Lo que menos me gusta es que esto de hacer periodismo es una tarea penosa. La opinión, que es mi género preferido, no es una persona sensata y reflexiva, a quién se pueda interpretar fiel y alegremente. Este tipo de periodismo se nutre del más variado elenco de ideologías y puntos de vista; por lo tanto, es imposible escribir al gusto y beneplácito de todos. Lo que menos me gusta del periodismo es lo subjetivo que puede llegar a ser. Otra cosa que no me gusta del periodismo es titular. Poner títulos me cuesta muchísimo.

—Dice que le preocupan los problemas sociales, sin embargo lo han tildado a usted de intolerante y déspota en cuanto a su labor como director de medios de comunicación. ¿Qué puede decirme al respecto?
—De mí dicen que doy órdenes arbitrarias, que mis acciones contradicen mis palabras. Lo que pasa es que a mí me gusta que lo que se publique bajo mi dirección sean trabajos de calidad. Pero sé que mi manera de llevar las cosas no a todos les gusta. Reconozco que algunos periodistas abandonaron las redacciones de Panorama y Momento cuando fui el director de ambas. Sin embargo, nadie puede negar que soy un hombre preocupado por los problemas sociales, basta con saber que soy abogado especializado en derecho del trabajo para ver por dónde van mis tiros.

—Tiene el mérito de haber logrado la firma del primer contrato colectivo registrado e Venezuela.
—Así es. Eso fue cuando fui nombrado primer inspector de trabajo designado para el estado Zulia. Yo elaboré uno de los primeros informes escritos en el país sobre las condiciones de vida de los trabajadores petroleros. Luego me tocó hacer de mediador en diferentes conflictos laborales, entre ellos el del Gran Ferrocarril del Táchira y sus trabajadores (que también vivían una situación laboral terrible). Y luego logré hacer que se firmara el primer contrato colectivo que se registró en Venezuela. Imagínate que todavía estaba en discusión el proyecto de Ley del Trabajo, pero aún así logramos concretar la firma. Yo considero que cuando fui inspector del trabajo de Zulia trabajé por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores de las compañías petroleras en el Estado. Eso nadie lo puede negar.

La preocupación social de Ramírez MacGregor lo impulsó a fundar, junto a políticos como Alfredo Tarre Murzi y Arturo Uslar Pietri, el Partido Democrático Venezolano (PDV), que se creo para apoyar la administración del presidente Isaías Medina Angarita. Cuando el gobierno fue derrocado en octubre de 1945, el abogado zuliano fue encarcelado brevemente por la junta conformada por el partido Acción Democrática (AD) y los oficiales militares, que gobernaron el país hasta 1948.

—Apoyó al expresidente Medina Angarita. ¿Por qué apoyó a un presidente que suponía la continuación del régimen gomecista?
—Porque considero que en Medina Angarita se conjugan la serenidad, el desinterés y el patriotismo. Difiero de ti cuando dices que su gobierno representaría la continuidad del régimen gomecista. Pienso que el expresidente Medina sólo buscaba una transición lo menos caótica posible de la dictadura a un régimen de libertades que luego daría paso a la democracia absoluta. Te voy a contar algo, en 1951 tuve la oportunidad de entrevistar al expresidente Medina y de todo lo que me dijo puedo asegurar que no le guarda rencores a nadie. En esa oportunidad me dejó claro que lo que sucedió el 18 de octubre de 1945, a su parecer, fue producto del momento borrascoso que se vivía. Sin embargo yo seguí militando en el partido, aun cuando habían derrocado al régimen, porque mi participación era ideológica.

—¿Cuándo se aleja, usted, definitivamente de los partidos políticos?
— Cuando me negué a apoyar la candidatura presidencial del líder de AD, Carlos Andrés Pérez. En esa época decidí continuar con mi labor periodística. En ese entonces yo había dejado la dirección de Panorama, y estaba encargado de la revista Momento. Trabajaba con Gabriel García Márquez y Plinio Apuleyo Mendoza.

—¿Qué puede decir de Gabriel García Márquez?
—Bueno te puedo decir que para esa fecha era “feliz e indocumentado”.

Cuando termina de decir esa última frase dejó escapar una sonora carcajada que mostró su lado humorístico hasta ahora escondido durante todo el curso de la entrevista. La periodista intentó aprovechar ese momento de complicidad para tratar de que hablara de su familia. Sin embargo la respuesta obtenida fue bastante cortante: “Yo no hablo de mi familia. Mi esposa y mis hijos son asunto mío únicamente. Nunca he hablado de mi familia ni con mis compañeros de trabajo”. Se levanta de la silla en la que ha estado sentado durante todo el transcurso de la conversación y comienza a caminar de un lado a otro en su despacho, lugar en el que se lleva a cabo el encuentro.
Esa reacción podría interpretarse como un indicio de que su vida familiar no estaba muy estable. Sin embargo esas son sólo elucubraciones de la periodista, quien decide hacer un último intento por rescatar el ritmo que llevaba el encuentro.

—¿Podría hablarme de su experiencia como diplomático?
—Fui embajador de Venezuela en Bélgica, México e Italia. Fue una buena época para mí, realmente disfruté mi vida dentro de la diplomacia.

—¿Qué podría decir de su experiencia como diputado?
—También fue buena. Fui diputado de la República siete veces. Tan mal no lo debo haber hecho ¿no crees tú?

A esa última interrogación hecha por Ramírez MacGregor la acompañó la frase: “Creo que la entrevista debe culminar aquí. Ya te he dicho suficiente”. Y sin más que agregar se dirigió a la puerta de su despacho y despidió a la periodista con un simple “Hasta luego”.

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